El Derecho Penal se ocupa de aquellas conductas que perfectamente definidas previamente en una ley, dañan un bien ajeno, material o corporal o moral, en forma grave (delitos) o en forma leve (faltas).

En un proceso penal el tribunal establece si el acusado es culpable o inocente. Para lo primero se exige certeza absoluta; no valen las presunciones o suposiciones. “In dubio pro reo” es el principio clásico, que evoluciona hasta el derecho fundamental a la presunción de inocencia.

Esto significa que en el Derecho Penal la prueba es esencial, a diferencia del Derecho Civil, en el que siendo necesaria, caben sin embargo las presunciones a partir de un hecho probado.

Para ser un buen abogado penalista se ha de tener muy claro que el Derecho Penal es, ante todo, una garantía de los derechos del ciudadano ante el poder del Estado, y de ahí la importancia de la prueba y del principio y derecho fundamental antes aludidos. Porque si el Estado pudiera condenar a una persona simplemente por acusarla, como ocurría en tiempos pasados (y aún hoy en muchos países), el ciudadano quedaría a capricho del gobernante. Esto explica que a veces el abogado haya de defender a quién a todas luces “parece” que es culpable.

Para que las pruebas de culpabilidad (pruebas de cargo) demuestren a ciencia cierta que el acusado es de todo punto culpable, es preciso someterlas a crítica por el abogado defensor, que pondrá en evidencia los puntos débiles o dudosos de la acusación. Y es posible que con su trabajo obtenga que un culpable sea declarado inocente, pero estará luchando para que prevalezca que ningún inocente pueda ser declarado culpable.

Nuestro bufete no puede ser calificado como un típico bufete “penalista”, ya que no trabajamos exclusivamente en este área del Derecho. Pero los casos penales que llevamos los sacamos adelante con el trabajo riguroso y preciso y la seriedad que nos caracteriza en todas nuestras actuaciones judiciales.