Trabajar la materia referente a extranjería no significa “arreglar papeles”, que es lo que muchos entienden.

Todo extranjero es, por definición, un ser desvalido, desde el licenciado universitario hasta el más humilde de los subsaharianos que trabaje en cualquier oficio, porque la estancia en un país distinto del de uno, sin familia, sin amigos, y donde la gente habla un idioma diferente, provoca el mayor sentimiento de desamparo.

La extranjería implica un cúmulo de problemas de todo orden: los derechos personales, el derecho a la reagrupación familiar, los derechos políticos y de participación pública, los derechos sociales y económicos, las obligaciones tributarias, las garantías jurídicas, las medidas discriminatorias, etc, etc, sin olvidar los problemas específicos de la entrada en España, la situación de tránsito, estancia, residencia, y el tema singular de los menores extranjeros.

Un aspecto más, aunque importantísimo, es el acceso del extranjero al trabajo, en lo que cuenta especialmente lo referente a la validez de títulos y estudios y su eficacia en España.

Como se ve, es bastante más que “arreglar papeles”.